Esto no es una posición doctrinal, interpretativa o teológica, sino que es el resultado consecuente, según las mismas Escrituras, de la Obra del Espíritu Santo en toda la iglesia, según palabras del mismo Señor Jesucristo; en el Evangelio de Juan 14:26 la Palabra afirma que el CONSOLADOR fue enviado por Dios, el Padre, en nombre de su Hijo, para revelarnos y enseñarnos todas las cosas, y que él nos recordará todas las palabras y mandamientos dados por el Mesías Salvador. Nuestra fe no está fundamentada por revelaciones de hombres, ni por dogmas, credos, doctrinas, cánones y demás textos, desarrollados, interpretados, o concebidos en concilios y confesiones hechas a lo largo de la historia por cualquier denominación y secta.
No creemos de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia que debemos poner la mirada en documentos o libros escritos por hombres o teólogos para buscar la verdad, pues todos podemos ir directamente a las Escrituras sin intermediación alguna. El que revela es el Espíritu, no ningún hombre. Es función exclusiva del Espíritu Santo, dar a entender todos los misterios, profecías, enseñanzas y revelaciones: y el único testimonio dado a los hombres es la Palabra. Si no fuera así, querría decir que Dios tiene hombres especiales y hay revelaciones extra bíblicas que saber, y eso es una blasfemia, porque Dios no hace acepción de personas y toda la revelación necesaria para el hombre está solamente en las Escrituras y es clara y evidente para todos los creyentes: todos estamos llamados a recibir la misma Palabra y a crecer a la misma estatura de nuestro Señor, Rey y Redentor. Existen ministerios y siervos enviados por Dios para edificar a los creyentes, pero el propósito final es que todos crezcamos y seamos maestros de la verdad, para ser capaces de enseñar el evangelio a toda creatura. Todos estamos llamados a vivir el mismo evangelio, ser ejemplo y testigos fieles del Señor.
Finalmente declaramos públicamente, que no aceptamos ningún tipo de tradición teológica protestante, ni declaración de fe histórica, no creemos en ninguna tradición o magisterio católico, no aceptamos ningún libro paralelo a la Biblia como el Talmud o el Libro del Mormón, no aceptamos ninguna interpretación teológica de ninguna denominación o secta, como los Testigos de Jehová, los Unicistas pentecostales, los Adventistas y en general toda secta protestante. El único escrito revelado por Dios es la Biblia, la cual es un compendio de 66 libros necesarios para declararnos la obra de Jesucristo nuestro Señor.
Para terminar, no existe una revelación progresiva que sobrepase a las mismas Escrituras. Toda la verdad fue dada en las mismas y nada hay más allá de ellas. No hay algo que puede reinterpretarse fuera de la revelación dada. No puede inventarse un nuevo concepto de Dios, sino el que yace mostrado en la Palabra claramente. Podemos usar libros y textos para apoyar una enseñanza pero no podemos crear teologías e interpretaciones nuevas o usar las viejas y manipuladas. Clamamos a Dios para que el ESPIRITU SANTO sea guardando la verdad en los corazones de los escogidos, de los santos y del remanente fiel.
Debemos discernirlo todo, debemos observarlo todo y no debemos confiar en ningún hombre o ministerio sino verificar cada cosa que se diga o enseñe.
Estas declaraciones de las Escrituras que a continuación exponemos, deben ser corroboradas por las mismas y verificadas por cada persona que las lea. No hemos hecho ningún tipo de interpretación y no hemos dado ninguna intencionalidad para defender ninguna doctrina que provenga de nosotros; el Espíritu Santo es quien obra en su pueblo y revela toda verdad. El propósito nuestro es didáctico, y organizativo, no pretendemos crear nuevas doctrinas sino exponer las enseñanzas bíblicas. No queremos seguir los pasos de la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Protestante las cuales han creado sistemas teológicos complejos, producto de interpretaciones y posiciones personales. Estas doctrinas están equivocadas en si mismas, pues quieren darnos a entender que el Espíritu Santo ha revelando cosas nuevas que los mismo apóstoles e iglesia primitiva no conocieron jamás La revelación que tenemos nosotros en nuestro tiempo, es la misma que tuvieron los apóstoles, los discípulos y toda la iglesia del primer siglo. No hay otra revelación que la contenida en las Escrituras. La revelación es progresiva para el creyente, en cuanto a la verdad contenida en las mismas Escrituras para su edificación personal, pero no significa que haya una nueva revelación progresiva a través los siglos, que nos lleve a dotrinas jamás conocidas en la época apostólica, o subsiguientes. La tradición teológica pretende apropiarse de la revelación Bíblica y procede a manipularla y redefinirla, creyéndose intermediaria entre Dios mismo y su pueblo. Creen ser necesarios e imprescindibles para entender la Verdad, y opacan la Obra Magistral del Espíritu. Esto es verdaderamente inaceptable.