ADAN Y EVA SOMOS TODOS NOSOTROS.

 

 

LEAMOS

 

“Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses?” Génesis 3.9-11

 

ANALISIS

 

Este pasaje Bíblico es la representación del proceso del pecado en cada ser humano. Más allá de entrar en la discusión de si existieron o no, de si es una alegoría o no, debemos llevar el texto a una aplicación práctica y útil a nuestras vidas.

 

Hemos creído erróneamente que nuestro pecado es una herencia de Adán y Evan, y lo usamos inconscientemente como un consuelo absurdo, y una excusa para culpar a otros de nuestros errores y fallos y de desviar nuestra propia responsabilidad. Es casi una conducta religiosa y a veces hipócrita, porque la verdad es que Adán y Evan somos todos nosotros.

 

Esta idea o concepto de un pecado original, se elaboró en el siglo II. Desarrollado por el obispo Ireneo de Lyon (140- 202), en su controversia con algunos gnósticos dualistas, sumándose a esta elaboración inicial algunos otros padres eclesiásticos como Agustín de Hipona (354-430) quienes la justificaron según las enseñanzas del apóstol Pablo en los pasajes de Romanos 5:12–21 y 1 Corintios 15:21-22.

 

Sin embargo, esta doctrina del pecado original no es más que una extrapolación de la verdad, ya que las Escrituras dicen todo lo contrario, leamos:

 

Ezequiel 18:20. LBLA

 

"El alma que peque, esa morirá. El hijo no cargará con la iniquidad del padre, ni el padre cargará con la iniquidad del hijo; la justicia del justo será sobre él y la maldad del impío será sobre él"

 

En tal caso el pecado no es una herencia familiar de ninguna manera, sino que es el resultado de nuestra naturaleza material y humana. Somos pecadores por naturaleza, y el mal está en nosotros mismos como lo afirma igualmente Pablo en:

 

Romanos 7:

 

"21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros."

 

Cuando somos bautizados por el Espíritu Santo, entonces somos sellados por la Majestad y pasamos a tener una doble naturaleza igual que Cristo en la tierra. Una naturaleza pecaminosa y otra espiritual. Está naturaleza espiritual es la que afirma el pasaje como "hombre interior".

 

Así que Adán y Evan son una representación de cada uno de los seres humanos que han existido en todos los tiempos. Una representación del temor y la desdicha que produce el pecado en cada uno de nosotros. Eva representa nuestra carne, nuestra naturaleza terrenal, y nuestro pecado. Adán es nuestra naturaleza espiritual que se une a Dios, que escucha a Dios y quiere obedecerle, pero al final todo nuestro ser es afectado por el pecado una y otra vez, debido a que no tenemos el poder para cumplir la ley y entonces la muerte se enseñorea de todos nosotros como seres humanos.

 

Esta es la realidad profunda que está en nuestra conciencia. Nadie puede escapar al temor cuando se llevan a cabo actos que atentan contra las leyes de Dios. El pecado desnuda nuestra alma, y nos trae vergüenza. Por eso nadie quiere que se sepa nada acerca de sus malas obras, y prefiere esconderlas. Nadie quiere ser confrontado porque en el fondo de nuestro ser sabemos que estamos obrando mal. Nadie puede engañar a Dios, y esto nos aterra.

 

Gálatas 6:7 NBV

 

"No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado."

 

En este punto debemos comprender que esta naturaleza murió por la obra de nuestro Señor Jesucristo, y que debemos cuidar de esta salvación inigualable. Que el temor y la reverencia a nuestro Dios Todo Poderoso debe guiar nuestros corazones en cada evento y en cada momento, y entender que, si por alguna razón tropezamos, porque es imposible que no vengan los tropiezos, como lo afirma el mismo Señor en Lucas 17:1-2, tendremos que ir a sus pies arrepentidos, contristados y quebrantados y el Dios de Gloria no nos rechazará jamás sino que su misericordia nos cobijará y nos restaurará porque le pertenecemos.

 

Salmos 51:17

Reina-Valera 1960

 

17 ¨los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh, Dios. ¨

 

Romanos 8 NTV

 

38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.

¿Deseas creer que Adán y Eva fueron reales y literalmente pisaron esta tierra? Puedes hacerlo, pero debes saber que tu pecado es el que te condena, no el de ellos, ni el de nadie. Tu eres responsable ante Dios por tus obras y por tu fe. No hay excusas ni culpas contra nadie.

 

OREMOS

 

Padre, oramos para tu Espíritu Santo obre en cada hijo tuyo en esta tierra, para que tu Santo Espíritu nos confronte y nos revele y nos convenza de pecado, de justicia y de juicio como dice tu Palabra (Juan 16:8-11) y así seamos enriquecidos en el conocimiento de la verdad y fortalecidos para buenas obras, amén.

 

 

Bendiciones en este día.

 

 

Germain Castellanos

 

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